Entre los 3 y los 5 años, los ojos de los niños se encuentran todavía en proceso de maduración. Antes de esta edad, no es fácil medir la agudeza visual, a pesar de que existen test específicos para ello. A partir de los 5 años, aunque el ojo todavía no está maduro, es el momento de llevarle al oftalmólogo. Entre los 6 años y hasta los doce, el ojo alcanza su plena madurez.
¿Cuándo acudir al oftalmólogo con el niño?
Por este motivo, la edad ideal para llevar al niño al oftalmólogo es a partir de los 5 o 6 años. Desde el momento en que el ojo empieza a adquirir su madurez y el niño puede llegar a identificar movimientos, leer y facilitar la interpretación de ciertos objetos proyectados, el diagnóstico es más fácil. Además, esta edad ideal para llevar al niño al oftalmólogo coincide con el inicio de la escuela en Primaria y con una mayor exigencia a nivel académico. Tras esta primera valoración, es recomendable que una vez al año un especialista realice una valoración de la visión del niño.
Corrige el defecto visual de tu hijo cuanto antes
Actualmente, cuatro de cada diez niños usan gafas o lentes de contacto. Prolongar el momento de poner gafas a los niños es perjudicial para su salud visual. Llevar la visión corregida mediante lentes correctoras o lentillas es lo más conveniente desde el principio. Conviene tener en cuenta que el ser humano recibe el 90 por ciento de la información del entorno a través del sistema visual y, en las primeras fases de la escolarización, tenemos que aprender muchas cosas y la exigencia del sistema visual es muy alta. Por tanto, cualquier alteración debe ser fácilmente identificable por los adultos que rodean al niño. Diversos estudios con escolares han revelado que entre el 15 y el 20 por ciento de las bajadas en el rendimiento académico se debe a problemas de visión.
La información es la mejor prevención para los niños
Más allá de las dietas y de una vida sana, la mejor prevención para los problemas de visión es la información. Las personas que están continuamente con los niños deben observar los signos de un posible defecto visual. Si a un niño le duele la cabeza de forma frecuente y reconoce el dolor entre los ojos, en las sienes o en la nuca, o guiña los ojos o, después de estar jugando a un juego común con otros niños pierde la atención o el interés pronto, es posible que nos encontremos ante un problema visual. Existe una relación directa entre ciertas áreas del aprendizaje, que se pueden ver afectadas por problemas visuales, y los malos resultados académicos en el aula.
Las nuevas tecnologías y la salud visual de los niños
Las nuevas tecnologías pueden ser unos perfectos aliados de la visión. De hecho, estudios recientes avalan su función terapéutica cuando los niños tienen algún problema de fijación, de seguimiento o de agudeza visual. El problema reside en el tiempo, que puede dar lugar a problemas de cansancio visual o fatiga, que se manifiestan con picor o sequedad ocular. Cada 2 o 3 horas de trabajo en pantalla deberíamos tener unos 10 minutos de descanso y esto no se cumple en absoluto. Por tanto, lo ideal para evitar el cansancio visual, que produce tener la mirada fija en la pantalla, sería marcar unos tiempos de descanso visual intermitente.
Asesoramiento: Francisco Daza, Optometrista, especialista en Contactología y director del Instituto Varilux.
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