Algunos trastornos de la vista están relacionados con la diabetes y la obesidad. Afecciones como las cataratas o ladegeneración macular -muy frecuentes en Occidente- pueden acelerarse por no vigilar el sobrepeso, el colesterol y la hipertensión arterial. La explicación es sencilla: los vasos sanguíneos de los ojos son muy pequeños y todas las alteraciones continuadas en el sistema cardiovascular pueden dañarlos y perjudicar la visión a largo plazo. La dieta es, por tanto, fundamental para preservar la salud ocular. En el siguiente reportaje se explica de qué manera el estilo de vida puede ser un riesgo para la vista y cuáles son los alimentos que mejor cuidan de nuestros ojos.
El estilo de vida que adoptemos puede suponer un riesgo para la vista. Los nutrientes que más favorecen la salud de nuestros ojos están relacionados con las frutas, las verduras, los aceites de pescado y los aceites vegetales, algo que se asocia con una dieta sana, más vegetariana que animal. Por lo tanto, las dietas pobres en estos alimentos y ricas en grasas saturadas, azúcares y proteínas (que favorecen la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes y las hipercolesterolemias) son las que se relacionan con el envejecimiento prematuro ocular.
Las investigaciones sobre antioxidantes confirman la hipótesis de que aumentar el consumo de vitaminas C y E contribuye a prevenir o retrasar algunos tipos de cataratas y la degeneración macular. Asimismo, otros nutrientes antioxidantes, como el betacaroteno y la luteína, pueden mejorar la visión y la percepción de los colores a lo largo de la vida, al tiempo que reducen el riesgo de perder la vista en la vejez. Estudios recientes sobre dos de estos pigmentos (la luteína y la zeaxantina) sugieren su importancia para el cuidado de la vista. Estos pigmentos están presentes en la retina y se cree que mantener un nivel elevado de ellos en la sangre podría proteger los ojos de ciertas longitudes de onda de la luz, que resultan perjudiciales.
Además de algunas vitaminas, también son esenciales algunos ácidos grasos. El ácido graso docosahexanoico (más conocido como DHA) es importante para el desarrollo del cerebro, la vista, el corazón y otras funciones corporales. La opinión científica de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria es que existe una relación causa-efecto entre la ingesta diaria de DHA y el mantenimiento del normal funcionamiento del cerebro y de la visión. Por otro lado, los ácidos grasos omega 3 tienen también efectos saludables en el funcionamiento del cerebro y de la vista. Algunos especialistas señalan que tienen una función preventiva en la degeneración macular del ojo.
Pero el hecho de que las grasas relacionadas con la salud ocular sean insaturadas (vegetales o de pescado) no quiere decir que las grasas saturadas (de origen animal) no sean imprescindibles en la dieta. A través de ellas obtenemos vitaminas liposolubles fundamentales también para la vista, como son las vitaminas A y D.
Los alimentos que mejor cuidan de nuestros ojos
Del grupo de los vegetales, los alimentos que mejor cuidan de nuestros ojos son fáciles de recordar, ya que basta buscar aquellos que tienen los colores más llamativos:
Las verduras y las frutas de color rojo y amarillo intenso, entre ellas, la famosa zanahoria, esencial para la vista por su alto contenido en beta-carotenos, que el organismo transforma en vitamina A.
Las verduras de color verde intenso y amarillo oscuro, como las verduras de la familia de la col: la coliflor, las coles de Bruselas y el brécol, sobre todo.
Es importante recordar que, cuanto más madura esté una fruta, una verdura u hortaliza y cuanto más intenso sea su color, mayor será la concentración de pigmentos y de vitaminas.
La luteína y la zeaxantina se encuentran en elevadas cantidades en el maíz, las espinacas y también en la yema del huevo. Y aunque el color no es tan intenso, también son importantes los aceites del pescado y el marisco. Destacan el salmón, la anchoa, la sardina, el arenque, la caballa, la trucha, el emperador, el atún y el mejillón, pero también el tofu, las almendras y las nueces, así como algunos aceites vegetales como los de linaza, nuez y colza, por su aporte de DHA y omega-3.
Algunos tratamientos para adelgazar pueden ser un peligro para la vista
Cualquier tratamiento de adelgazamiento cuyo objetivo sea eliminar las grasas de la dieta -o, de forma más drástica, evitar su absorción intestinal- tendrá consecuencias en nuestra vista. Por ello, ni siquiera en estas dietas es bueno eliminar de manera radical las grasas. Lo mejor, para perder peso y estar en buena forma, es comer de todo con moderación, beber muchos líquidos y hacer ejercicio de manera regular. Entre los tratamientos dietéticos que pueden perjudicar la vista destacan:
La cirugía bariátrica, a la que se someten algunas personas que no han encontrado mejor opción para solucionar su obesidad. Tiene riesgo de provocar carencias nutricionales por causar una disminución drástica de la absorción intestinal, sobre todo, de las grasas. Tras una cirugía bariátrica se han descrito casos de ceguera nocturna por deficiencia en vitamina A (dificultad para adaptarse a luz de baja intensidad). La vitamina se puede suministrar para revertir los síntomas de la deficiencia. Sin embargo, es imprescindible que un médico controle la ingesta por su riesgo de toxicidad en el hígado.
El orlistat es un fármaco que bloquea e inhibe la función de las lipasas, es decir, de las enzimas responsables de la digestión de las grasas. Su acción evita que hasta el 30% de estas se absorban en el intestino y favorece que se eliminen luego en las heces. Este fármaco se comercializa bajo prescripción médica (su nombre es Xenical), pero también sin ella, con el nombre comercial Alli, algo que supone un riesgo para la salud en general y para la vista en particular. Cabe recordar que la malabsorción de las grasas de la dieta supone, también, la malabsorción de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) y que dos de ellas (A y E) son esenciales en la salud ocular. En cualquier caso, una dosis excesiva de este fármaco, y sobre todo un uso muy continuado, puede causar deficiencias en vitaminas liposolubles.